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viernes, 4 de diciembre de 2015

Empatía y crueldad

Fue una mujer feliz. Amaba el arte y por ello pintaba. Amaba el idioma francés y por ello París.

Lo más probable es que esta descripción no sea la más fidedigna que se puede hacer de ella. Pero en vida solo la vi una vez, y esta es la imagen que me he hecho de esta mujer luchadora conversando con su hermana.

El 23 de noviembre murió de una larga enfermedad. Y estoy muy apenada por su hermana, mi amiga. Porque estas pérdidas causan mucho dolor.

Pero mi amiga es fuerte y afronta la vida de forma envidiable. Devorándola. Planificando y ejecutando proyectos constantemente.

Aunque me la puedo imaginar en el momento en que su frenética actividad le da un respiro, entonces, los recuerdos la asaltarán inesperadamente, y el dolor aparecerá por sorpresa subiéndole por la garganta y desbordándose por los ojos.

Escribo estas palabras el viernes 27 de noviembre, el día en que se homenajea en París a las víctimas de la masacre del 13N. Y al mirar el telediario, en mi mente se mezclan diferentes sufrimientos. Como si todos fueran uno. Aunque no tengan nada que ver. El dolor de las familias de las víctimas de París. El dolor de una amiga por su hermana que adoraba París.
Citas de David Hume y Friedrich Nietzsche
Citas de David Hume y Friedrich Nietzsche

La empatía forma parte de lo que es ser humano. Es la capacidad de sentir o imaginar la experiencia emocional de otra persona. El filósofo David Hume, hace ya casi 300 años, sugirió que estos procesos son la base de toda percepción social y la interacción entre las personas. La empatía es un elemento clave de nuestra naturaleza social.

Y entonces me pregunto: ¿por qué no la sintieron los terroristas que causaron este sufrimiento? No son locos. No son psicópatas. Y el fanatismo no me satisface como explicación. 

Por eso llevo desde ese viernes leyendo sobre el tema. Quiero obtener respuestas.

Y he aprendido mucho. Como por ejemplo que las responsables de la empatía son las llamadas neuronas espejo. Este tipo de neuronas (tipología a nivel funcional, no fisiológica) se descubrieron por serendipia, lo que hace que haya una curiosa historia detrás.

En el año 1991, Giacomo Rizzolatti trabajaba junto a Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese, en la universidad de Parma (Italia), estudiando las neuronas especializadas en el control de los movimientos de la mano. Para ello colocaron electrodos en la corteza frontal inferior de un macaco. Y, en una de esas sesiones de laboratorio, Leonardo Fogassi cogió un plátano del frutero mientras  el mono lo observaba sin moverse; y fue entonces cuando, por primera vez, detectaron cómo reaccionaban prácticamente las mismas neuronas del macaco, que también lo hacían cuando este cogía algo. Después de realizar numerosos experimentos para corroborar este resultado, llegaron a la conclusión que estas neuronas imitan como "reflejando" la acción de otro.

Más tarde, en la Universidad de California (UCLA), otro equipo liderado por Marco Iacoboni hizo la primera detección directa de las neuronas espejo en el cerebro humano. Los investigadores encontraron este tipo de neuronas no solo en las regiones motoras del cerebro, sino también en las regiones implicadas en la visión y en la memoria.

Los neurocientíficos creen que este "reflejo" es el mecanismo neuronal por el cual podemos "leer" las mentes de los demás y empatizar con ellos. También piensan que no requiere el esfuerzo de un procesamiento consciente por lo que, a menudo, se produce automáticamente. Aunque es una capacidad que se puede cultivar.

La empatía es un instinto natural y además es temprana en los seres humanos, o al menos es lo que parece apuntar unos experimentos que se han repetido varias veces (Martin & Clark 1982; Sagi y Hoffman 1976; Simner 1971), en los que unos lactantes de entre 18 y 72 horas después de nacer, fueron expuestos a diferentes estímulos: llanto de otro bebé, su propio grito, sonidos de lloro sintético, lloros no humanos y ruido blanco. Y el resultado fue que estos recién nacidos respondieron llorando con más fuerza al llanto de otro bebé que a los demás sonidos. 

Pero la empatía también se puede desconectar.

Y para entender cómo funciona esta desconexión, quiero definir dos ideas importantes que tienen mucho que ver. No son nuevas. Pero como quiero tratarlas de forma genérica voy a utilizar terminología de la psicología social. Se trata de los siguientes dos conceptos:
  • Endogrupo: Es el grupo al que un individuo tiende a sentir que pertenece por una percepción de semejanzas. Ejemplos de este sentimiento los tenemos en los nacionalismos, en la pertenencia a una religión o a un equipo de fútbol.
  • Exogrupo: Es el grupo al que el individuo percibe como diferente y  le causa disgusto o rechazo. Podemos encontrar ejemplos en el racismo, la xenofobia, la homofobia, la misoginia, etc.
Hay una característica sobre estos conceptos que creo que es importante destacar, y es que las personas atribuyen diferentes peculiaridades a los grupos. Y parece ser que se asignan más características típicamente humanas al endogrupo que al exogrupo. Esto supone deshumanizar al exogrupo (más información).

¿Y a dónde quiero llegar? Pues a que hay varios estudios que apuntan a que las neuronas espejo no se activan, o lo hacen menos, al observar a los miembros que se perciben como del exogrupo.

Por ejemplo en “Gutsell et al, 2011” se estudió la reacción electroencefalográfica de diferentes personas observando a otros individuos que mostraban tristeza. Unos con los que sentían alguna afinidad (endogrupo) y otros con los que no se sentían identificados (exogrupo).

En el primer caso se encontró que los participantes, cuando observaron a los miembros del endogrupo, mostraban patrones de activación similares a cuando se sentían tristes. En contraste, los participantes no mostraron los mismos patrones de activación al observar a los miembros del exogrupo que se sentían tristes, y menos aún cuantos más prejuicios tuvieran hacia ellos.

En otro estudio (Xu et al, 2009) se buscaba la respuesta neuronal empática al dolor entre miembros de diferentes razas (chinos y caucásicos). Y mostró cómo esta respuesta disminuye significativamente cuando los participantes vieron las caras de personas de razas diferentes a las suyas. Entre los diferentes grupos étnicos involucrados, no hubo diferencias significativas en los resultados al intercambiar sus papeles.

Y finalmente “Harris & Fiske, 2011” se preguntan si la percepción deshumanizada (más información) es un medio psicológico para facilitar atrocidades, tortura o genocidio. Y, aunque el fenómeno de la  deshumanización es complejo, todo apunta a que sí.

Veo este vídeo en que se invita, al menos, a comprender a los terroristas. Y puedo llegar a entender a los iraquíes. ¿Pero a los terroristas “europeos” de la masacre de París? Me niego. Tal vez su motivación ha sido su identificación y afinidad con esos iraquíes que se menciona en el vídeo… pero me da igual. Nunca hay una razón suficientemente válida para matar inocentes.

Leo en un titular: “Hollande: Destruiremos al ejército de fanáticos que cometió los crímenes del 13N”. Encierra una violencia que debería ofenderme. Pero no lo hace. No siento ninguna pena por ellos. Los terroristas no son parte de lo que soy. Son claramente miembros de mi exogrupo, por lo que, desde mi punto de vista, los deshumaniza. Y eso justifica su destrucción sin paliativos.

Releo mis últimas palabras y no me gustan. Pues, tristemente, muestran que no estoy libre de la crueldad a la que lleva la deshumanización del exogrupo.


PS (8 dic. 2015): Una herramienta fundamental, para que la ciencia funcione, es la crítica. Y, como me ha hecho ver Jorge Bueno (¡gracias @Acc_science!), el tema de las neuronas espejo está envuelta en una controversia sana. Por lo que no está tan clara, como parecen indicar mis palabras en este post, la evidencia existente de la vinculación entre las neuronas espejo y la empatía.

Para poner el tema en contexto debéis de saber que a estas neuronas, además de vincularlas con la empatía, se las ha relacionado con el lenguaje, la imitación, la percepción social, la apreciación de la música, la apreciación del arte, el disfrute del deporte y el autismo.

Uno de los principales abanderados de las críticas a esta hipótesis es Gregory Hickok (profesor de ciencia cognitiva de la Universidad de California en Irvine y director de un centro de ciencia del lenguaje) que duda de estas relaciones, criticando su amplia aceptación sin las suficientes evidencias.

Por ejemplo en “Hickok, 2009 - Eight Problems for the Mirror Neuron Theory of Action Understanding in Monkeys and Humans” dice (traducción libre):
“La hipótesis inicial de que estas células son la base de la acción-entendimiento es una idea razonable e interesante. Sin embargo, a pesar de su amplia aceptación, la propuesta nunca ha sido probada adecuadamente en monos, y en el ser humano hay una fuerte evidencia empírica, en la forma de disociaciones fisiológicas y neuropsicológicas, en contra de esta relación.”

En su libro “The Myth of Mirror Neurons” (y según Patricia S. Churchland en “Nature 511, 533 -31 julio 2014-”) Hickok termina aceptando que las neuronas espejo pueden tener un papel en la explicación de la comunicación y la empatía; aunque afirma que “muchas otras redes neuronales con respuestas complejas son, sin duda, las involucradas”. Y finalmente dice “estas redes y sus papeles están aún por aclarar”.